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martes, 20 de agosto de 2013

Elogio y ponderación del Gordo





Pues siguiendo con los calores estivales, hoy quiero hacer un alegato a favor de ese colectivo tan injustamente maltratado por la sociedad moderna: Los Gordos.

Iba a titularlo: Elogio y Ponderación del Obeso, pero no señores yo no soy obeso; yo soy gordo. Y como llevo siéndolo desde que tengo uso de razón, debe ser que no es caso de que yo "esté" gordo. 

No. Yo simplemente soy gordo

Soy lo que se viene a denominar un gordito feliz. La vida me ha tratado bien y si bien no faltaron momentos difíciles (y los que llegarán, dejen a Montoro unos años más y ya verán como llegan) el resumen es que puedo sentirme un privilegiado hijo de Dios y gracias a esa vida, no tanto regalada como disfrutada, he desarrollado una espléndida curva de la felicidad a la que tengo bastante cariño.

Es lógico por otra parte. Me ha costado una pasta tenerla tan bien cuidada y lustrosa.

En mi tierra manchega, aún se dice cuando se ve un chiquillo gordito;: "¡Qué hermoso está!" Eso sí, lo dicen las señoras mayores porque las jovencitas siguen diciendo: "Mira ese gordo asqueroso"

Se han dado cuenta de que el adjetivo gordo siempre tiene apellido. Siempre somos "gordos asquerosos" como si fuéramos alérgicos a la ducha o los delgados nacieran oliendo a rosas, o "gordo de mierda", como si los delgados no cagaran igual que nosotros (menos probablemente pero igual seguro)

Seguro que ahora aparecerá un troll del Ministerio de Sanidad (Subdirección General de Intervención en la Vida de la Gente) que me tache de irresponsable. No se confunda señora (suele ser una mujer y fea) yo no estoy diciendo que la obesidad no cause problemas de salud. Yo mismo estoy ahora tratando de controlarlos con una dieta (moderada) y algunas pastillas; lo que digo es que ser gordo, en cualquier caso, me perjudica a mi solito y los problemas que me causa me los como yo entre pan (nunca mejor dicho) y si no tengo tableta de chocolate es posible que sea porque prefiero disfrutar del chocolate en vez de fabricarlo.

Los gordos solemos ser menos cascarrabias, más alegres, más tolerantes (en la parte positiva de la palabra) y solemos estar más dispuestos a celebrar las cosas buenas de la vida como el amor, la amistad, la alegría o el simple hecho de estar vivos; y a hacerlo de verdad, es decir con unas cervecitas o unos pasteles, o con un buen corderito segoviano, asado en horno de leña a fuego lento por las amorosas manos de una castellana vieja (de la edad que sea).

Si vivir así implica que debo tomar pastillas para no morirme antes, pues las tomaré (dado que no tengo la más mínima intención de morirme); pero no se equivoque que Cristiano Ronaldo (lo pongo de ejemplo como paradigma de abdominales y de hombre moderno atléticamente correcto, perdón deportivamente correcto que siendo yo colchonero no se leía del todo bien) también va a morirse algún día, y conduciendo como conduce es fácil que dure menos que yo.

Además hacer deporte es cansadísimo y además sudas y te pones hecho un asco; vamos que correr es de cobardes.

Por otra parte, ya que seguramente la historia de la literatura no me recuerde como un gran poeta, siempre podrá recordarme como un poeta grande, que no creo que hubiera muchos de más de 10 arrobas (para las víctimas de la Logse; unos 120 kg). 

Por cierto que mi señora, por la que reboso amor hasta las trancas y las barrancas, me ha dicho muchas veces que, Cristiano Ronaldo aparte (es merengona, que le voy a hacer, pero no por eso la amo menos), ella me prefiera como soy antes que parecerme a Montoro o a Rub-al-Kaabah que si bien son delgadtos, son más feos que torturar a un padre con lectura obligada de las obras completas de José Luis Rodríguez Zapatero. Dios me libre de parecerme a ellos (y de leer las susodichas obras completas, que no por escasas serán menos espantosas)

Bueno, que aquí les dejo un par de décimas elogiando la vida del gordito y les dejo recomendandoles la bondad como siempre pero esta vez, si pueden, aderécenla con un plato de guisote de pueblo (del pueblo que sea y del guisote que sea, que no hay en España pueblo donde se cocine mal) y un vinito "ad libitum" (para que las víctimas de la Logse no sufran, significa "a voluntad") siempre que no tengan que conducir.

Elogio de mi barriga


Protuberancia adiposa
apéndice prominente
adorable recipiente
para mi eres tan hermosa,
que asemejas una rosa
de balsámicos olores.
Yo te exhino sin pudores
cómo feliz entusiasta.
¡Qué me has costado una pasta!
Barriga de mis amores.

Pero se puso de moda
tener un cuerpo apolíneo
y en vez de ser curvilineos
quieren que seamos escobas.
Si puedes pues en arrobas
tus carnes prietas pesar
pronto te han de señalar
con el dedo por ser gordo.
Yo para esos estoy sordo
¡Qué vayan a cagar!



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